Los inicios de un carisma
Los carismas de las familias religiosas son regalos del Espíritu que tienden a enriquecer la vida de la Iglesia, buscar el bien de los hombres y responder a clamores concretos. Al momento de hablar de la historia de un carisma hay que tener en cuenta que surgen en contextos determinados, a través de personas que viven alguna experiencia fundante, que descubren una situación de injusticia y se sienten llamados por Dios a dar una respuesta. Este llamado tiene una dimensión personal, ya que es depositado en un fundador, pero también una dimensión colectiva porque identifica e implica a otros en la misión que se asume.
¿En qué contexto nace la Orden de la Merced?
El carisma mercedario nace en la Europa medieval del siglo XIII, en el contexto de las guerras entre cristianos y musulmanes, siendo la Península Ibérica frontera occidental entre estos dos mundos.
En este lugar de enfrentamiento hubo un constante clima bélico, con asaltos marítimos y terrestres, en los que se tomaron cautivos a rehenes de ambos bandos. El carisma de la Merced surgió como respuesta al clamor de los cristianos que habían perdido la libertad.
El cautiverio ponía a la víctima ante el peligro de renegar de su fe, de su patria, de sus costumbres, y abrazar el bando sarraceno. Muchos se convirtieron, otros fueron rescatados, otros pagaron su libertad (francos), otros murieron mártires, otros pasaron largos años en esta situación.
Aquellos cautivos de más estatus, con mayores influencias, tenían más posibilidades de ser comprados por parientes y allegados, pero otros, especialmente mujeres y niños, carecieron de posibilidades económicas e institucionales de redención. Este gran flagelo despertó el carisma mercedario en la historia ya que, San Pedro Nolasco, el fundador, conoció la realidad en sus viajes de comercio y no pudo hacer oído sordo a este clamor, ayudando a la Iglesia de aquel tiempo a comprender que la cautividad era una gran herida que había que sanar.
Primeros pasos de la Orden de la Merced
San Pedro Nolasco fue un comerciante de Barcelona, que nació alrededor del año 1180. En sus viajes de mercado conoció la realidad de la cautividad que impactó en su vida en gran medida. Para el año 1203 hizo grandes compras de cautivos empeñando su patrimonio. Pronto lo nombraron encargado diocesano de la redención de los cautivos y comenzó a reunir limosnas para esta misión. Se le sumaron muchos seguidores y entabló grandes redes de recolección.
Por inspiración de la Virgen María, la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, sintió el llamado a fundar una Orden que se dedicase a repetir el gesto redentor de Cristo, que dio su vida por la salvación de los hombres, con los cristianos que sufrían cautividad y se encontraban en peligro de perder su fe, estando alegremente dispuestos a dar, inclusive, hasta la vida quedando en lugar del cautivo cuando el dinero no alcanzara para realizar la redención.
Así nace la Orden, amparada también por la corona de Aragón en la figura de Jaime I. La fundación se llevó a cabo el 10 de agosto de 1218 en el altar de Santa Eulalia de la Catedral de Barcelona. El escudo de la Orden lleva así las barras de la corona aragonesa y la cruz de la catedral de la ciudad, cruz blanca en fondo rojo.
El 17 de enero de 1235, el papa Gregorio IX otorga la confirmación pontificia al Instituto.
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